MORAZÁN A SUS VERDUGOS: “APUNTAD BIEN, HIJOS”

Han transcurrido 182 años desde que el general Francisco Morazán fue fusilado en San José, Costa Rica. A pesar del tiempo, su muerte todavía nos duele y conmueve.

En el capítulo X de su obra Biografía del general Francisco Morazán, el escritor Eduardo Martínez López (nació el 28 de marzo de 1867 en Ojojona y falleció en Tegucigalpa el 16 de abril de 1954), publicado por COLECCIÓN ERANDIQUE narra detalladamente los hechos que llevaron a la captura y asesinato del unionista centroamericano.

“Pedro Mayorga había sido nombrado por Morazán comandante de Cartago y había recibido de este muchos servicios. Lo que poseía se lo debía sin duda alguna a Morazán. Pero este hombre ruin y cobarde, exento de todo sentimiento de honor y dignidad, olvidándose de sus deberes, no trató más que de pagar los crecidos servicios que su protector Morazán le había hecho con la más negra de las ingratitudes”.

Según el relato de Martínez López, “Así que Morazán y Villaseñor llegaron a su casa, Mayorga los colmó de fementidas atenciones, hasta el grado de querer adivinar lo que podían necesitar para suministrárselos. Los hospedó, y una vez arreglados, salió con el pretexto de ir en busca de un cirujano para que curara la herida que Morazán llevaba en la cara; pero en lugar de hacer esto, organizó una escolta para prenderlos”.

La señora de Mayorga, no pudiendo contener el remordimiento de su conciencia, les participó lo que andaba haciendo su esposo —prosigue—. En el acto montaron Morazán y Villaseñor, e intentaban huir cuando fueron rodeados por Mayorga y hechos prisioneros.

“En aquellos momentos llegaron a la población el general Saravia y Francisco Morazán hijo. Fueron impuestos de lo que ocurría y los instaron para que huyeran; pero ellos se indignaron al oír aquellos consejos y corrieron donde Mayorga a pedirle un lugar en la prisión de sus compañeros”.

Agrega: “Ya estando Morazán en la prisión se le presentó don Buenaventura Espinach, exigiéndole dos órdenes escritas, una para que se rindiera Cabañas y otra para que Saget entregara las armas que tenía a bordo. Morazán se negó a dárselas, y entonces Espinach montó y se fue al encuentro de Cabañas y le manifestó que decía Morazán que disolviera los pocos soldados que traía y que se dirigiera a Matina. También le aseguró que a Morazán se le había dado dinero suficiente para que saliera del país. Cabañas creyó en aquella perfidia y tomó la citada dirección, pero al llegar a El Paraíso supo la prisión de Morazán y retrocedió, porque dijo que no quería salvarse él quedando preso Morazán, y por más que sus amigos le decían que pasara el río y cortara los cables para que cayera el pajizo puente, no quiso, y volvió al lugar donde se encontraba su jefe; en el camino fue apresado”.

Martínez López relata que trasladaron a San José los presos para fusilarlos y que Villaseñor era conducido en una hamaca y Morazán montado, llevando a sus lados a don José Antonio Vijil y a su hijo Francisco.

En el lugar denominado Las Moras, los aguardaba el capitán Benavides, que los hizo desmontarse para que entraran a pie a la ciudad. La muchedumbre había invadido las calles para ver pasar a los prisioneros; pero no hubo una voz que se levantara insultándolos.

Se dio la fatal orden de fusilamiento y al instante se les comunicó a Morazán y Villaseñor, advirtiéndoles que no tenían más que tres horas de tiempo. Morazán, aprovechándose de aquellos pocos momentos de vida que le quedaban, llamó a su hijo Francisco para que escribiera su testamento —señala Martínez López—. En el trayecto de la prisión a la plaza donde iba a ser fusilado, Morazán hizo esfuerzos por separarse de su hijo Francisco, que caminaba llevándolo abrazado y aferrado en que quería morir con él.

Villaseñor fue conducido al patíbulo en una silla, y Morazán, una vez llegado allí, sentó a Villaseñor en el banquillo que le correspondía, le abrazó y le arregló el cabello, que lo tenía echado sobre la frente, diciéndole estas palabras: ´Querido amigo, la posteridad nos hará justicia´. Acto continuo, Morazán se despidió de todos sus conocidos que estaban cerca, y, pidiendo en seguida el mando del fuego, dijo a los tiradores: ´Apuntad bien, hijos´”.

No quiso sentarse, sino que de pie, abriéndose la camisa, se quitó un relicario, que entregó a don Mariano Montealegre para que se lo llevara a su señora. Iba a dar la voz de fuego, cuando observó que una puntería estaba mala; así que esta se corrigió, dijo: “Ahora bien... ¡fuego!”. Una gran detonación se oyó, pero inmediatamente por entre la humareda se vio que Morazán levantó la cabeza, exclamando: “Estoy vivo”; y una nueva descarga acabó de quitarle la existencia —detalla Martínez López.

El escritor de Ojojona también revela que “Ni un ataúd hubo para Morazán y Villaseñor. Sus restos fueron depositados así en las fosas; y ¡quien creyera que ni allí estuvieron tranquilos! Ocho días después fue a desenterrarlos el padre Blanco para convencerse de que realmente eran los cadáveres de Morazán y Villaseñor”.

Pintura Fusilamiento del general Francisco Morazán de Carlos Zúñiga Figueroa. Propiedad del Banco Central de Honduras.

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BIOGRAFÍA DEL GENERAL FRANCISCO MORAZÁN

por Eduardo Martinez López (Autor)

pasta blanda – 25 de octubre de 2022

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  • “¡Hombres que habéis abusado de los derechos más sagrados del pueblo por un sórdido y mezquino interés! Con vosotros hablo, enemigos de la independencia y de la libertad”.
    El Manifiesto de David del general Morazán, dictado bajo una arboleda a su hijo Francisco y al coronel Cruz Lozano, y publicado el 16 de julio de 1841, nunca perdió vigencia, y sigue tan acusador como hace 181 años.
    Estudiar e imitar la vida del héroe de las batallas de La Trinidad, Gualcho, Espíritu Santo, San Pedro Perulapán, entre otras, cobra carácter de urgencia. También es apremiante que su Testamento sea materia de estudio profundo, y no clase de una tarde, en las escuelas y colegios de Honduras para que los niños y jóvenes formen un espíritu patriótico al servicio del bien común.
    Con la reedición de la BIOGRAFÍA DEL GENERAL FRANCISCO MORAZÁN de Eduardo Martínez López, Colección Erandique espera contribuir a que los hondureños descubran la esencia de su pensamiento unionista y su ejemplo de sacrificarlo todo por un ideal en el que el bienestar del pueblo era lo más importante.

  • • Fecha de publicación: 25 de octubre 2022
    • Idioma: español
    • Tapa blanda: 420 páginas
    • ISBN-13: ‎979-8359140799
    • Peso del Artículo: 1.56 libras
    • Dimensiones‏: 6 x 0.95 x 9 pulgadas

  • Eduardo Martinez López

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